ANÁLISIS

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ANÁLISIS

Tomás Flores Rosales

  • Lydia Cacho , en el momento en que se enteró de la detención de Mario Marín en su departamento en España, en donde se encuentra protegida en desplazamiento forzado por la violencia de la delincuencia organizada “de mi país en mi contra “ , relata en un texto publicado en el diario El País , divulgado esta noche de domingo .

Eran las 10.39 de la noche del 3 de febrero cuando estaba hablando con mi agente literaria respecto a mi nuevo libro. Casualmente había encendido mi celular mexicano, que utilizo muy poco; entró la llamada del fiscal y mi agente me instó a responder: No, dije con hartazgo, seguro me dirán que tenían de nuevo cercado a Marín y se les escapó otra vez. Responde, insistió Andrea, y contesté aun con ella en mi otra línea en altavoz. Al otro lado del teléfono estaba la voz entrecortada y agitada del fiscal especial de delitos contra periodistas, Ricardo Sánchez Pérez del Pozo. Lydia, dijo, acabamos de detener a Mario Marín en una zona complicada de Acapulco, mi equipo acaba de tirar la puerta de una casucha para entrar… ya lo tenemos.

Felicidades, fue mi respuesta inicial mientras sonreía con una sorprendente tranquilidad, sentada sola en un pequeño departamento que rento en Madrid. Lo llevaremos a la cárcel de Cancún en un par de horas para presentarlo ante el juez, aseveró el fiscal. Muy bien, respondí. Entonces el fiscal me pidió que le diera unos minutos antes de anunciar el arresto. Mi respuesta fue inmediata: no se preocupe Ricardo, anúncienlo ustedes, yo lo retuiteo. ¿De verdad?, preguntó casi incrédulo y casi puedo apostar que feliz. Gracias, respondí, buen trabajo. Colgamos. Andrea me dijo que hiciera lo propio, ya hablaríamos más tarde.

(Fragmento del texto que Lydia Cacho publica esta noche en El País)

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