ANÁLISIS

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El síndrome de Hubris del rector.
* Carlos Eduardo Barrera Díaz se “enfermó de poder” y arrastró a la Universidad a un proceso sucesorio opaco.
* Pasará a la historia como el “peor rector” de la UAEMéx.

 Se conoce como el Síndrome de Hubris (también llamado Síndrome de la Arrogancia o Síndrome de la Soberbia), al trastorno psicológico que se manifiesta en personas que ejercen el poder en cualquier ámbito y no tienen la suficiente inteligencia emocional para no perderse en el ego desmedido y buscar constantemente la autoglorificación. Se le llama también la “enfermedad del poder”.
   Además de la exaltación de la imagen propia, despreciar opiniones de los demás porque creen tener siempre la razón y la necesidad de reconocimiento, como rasgos principales de este síndrome, hay uno muy peculiar que es la manifestación de la némesis, esto es, un castigo severo que aparece para restablecer la justicia.
   Lo anterior describe puntualmente a Carlos Eduardo Barrera Díaz, quien en los últimos meses al frente de la UAEMéx, perdió contacto con la realidad, a tal grado que se creyó el mejor rector que haya tenido la máxima casa de estudios de la entidad mexiquense. Tanto así que, por increíble que parezca, él mismo se propuso como investigador emérito de la Universidad, según consta en la Gaceta Universitaria Núm. 350 de noviembre de 2024, dando muestras no solo de su parcialidad como dirigente, sino de su arrogancia excesiva. Sobre esto, la próxima rectora debería actuar para retirarle dicho nombramiento, toda vez que califica como uso abusivo de poder al ser juez y parte, pues al ser rector le corresponde fungir como presidente de la Comisión del Mérito Universitario.
   Carlos Eduardo confunde -como signo de alejarse de la realidad- el cumplimiento de la ley con logros extraordinarios. Se ufanaba de haber pagado la deuda de la Universidad con el Issemym y de reducir los pasivos de la institución “como nadie lo había hecho”, como si no fuera obligación hacerlo. Asimismo, presumía finanzas sanas del presupuesto ordinario, pero nunca dio un informe sobre la renta del estadio universitario “Chivo Córdova” para el concierto de Luis Miguel a finales del año pasado. Hay reportes de que la ambulancia que le dieron a la institución como pago ínfimo de esa operación carece de permisos oficiales por parte de Cofepris.
   Dicho por gente de su equipo más cercano, cuando le preguntaban sobre el proceso de sucesión de la rectoría, contestaba que él decidiría porque “he hecho todo bien y nadie me cuestionará la decisión que tome”, he ahí el origen de tratar de imponer a Eréndira Fierro Moreno como próxima rectora, situación que tiene a la máxima casa de estudios en el descontrol y el descontento por parte de la comunidad universitaria.
   Su personalidad ególatra no le permitió darse cuenta que tratar de imponer una candidata frente a una comunidad crítica y pensante resultaría contraproducente. Impulsó a Eréndira desde un año antes de que iniciara el proceso de sucesión. Mientras prohibía promoverse a cualquiera que mostrara interés en participar en el cambio de la rectoría, permitía y alentaba el posicionamiento de su candidata. Ahí se empezaba a gestar la némesis de Carlos Eduardo.
   A escasas semanas que concluya su rectorado, la universidad se encuentra sumergida en un proceso sucesoria marcado por la parcialidad, dados cargados, derroche de recursos en favor de la candidata oficial, amenazas a adversarios y compra de conciencias de integrantes del Consejo Universitario a favor de sus intereses. La Comisión Especial Electoral, que el rector preside, es un fantasma, no registra minutas de sesiones y mucho menos sanciona las irregularidades presentadas en contra de la candidata oficial.
   El colmo ocurrió esta semana. Un audio del rector mostrado en un medio de alcance nacional evidencia su enojo porque su candidata fracasó y con ello, su intención de seguir ejerciendo el poder en la Universidad. Dice que se gastará el presupuesto para que quien llegue a la rectoría no pueda operar nada, amenaza el rector con una parálisis institucional como venganza por el rotundo fracaso de su estrategia.
   El escándalo fue mayor cuando desde el Congreso Local pidieron la renuncia del rector por su errática conducción del proceso de sucesión de la rectoría. Nunca en la historia de la Universidad ha ocurrido tal situación. La némesis se ha hecho presente para Carlos Eduardo. Desprestigiado, repudiado y señalado por la comunidad universitaria, el rector “que ha hecho todo bien”, el investigador autopropuesto como emérito, el que cumple con su obligación y la difunde como logros extraordinarios, termina su período y junto con él, su candidata Eréndira.
   La única manera de terminar medianamente decorosa su gestión es que retire a su candidata de la contienda y deje que el Consejo Universitario decida libremente. En la antigüedad le llamaban Hubris, nuestro gran José Alfredo Jiménez lo decía muy a su manera: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo”.
( Foto: tomada de internet )

uaemex

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